quarta-feira, 27 de julho de 2011

58 anos da vitória: Feitos do Presidente Kim Il Sung acumulados pela vitória na guerra anti-imperialista.



Kim Il Sung falando ao povo coreano

El 27 de julio del presente año se cumplen 58 años desde la victoria del pueblo coreano en la Guerra del Liberación de la Patria (guerra coreana de 1950-1953).

           
Esta victoria de la joven República Popular Democrática de Corea sobre Estados Unidos que se enorgullecía de su “supremacía” mundial, ocupa una página especial en la historia de las guerras del mundo.   Es fruto del extraordinario arte militar del Presidente Kim Il Sung.

           
Este la trajo valiéndose de la superioridad ideo-política del ejército y la población basada en su original doctrina militar.   Sus pensamientos en cuento a los asuntos militares parten del principio de la idea Juche de que el hombre es dueño de todo y lo decide todo, y están cetrados en el ser humano, pues exige resolverlos basándose en la posición y el papel que éste ocupa en ellos.   En la guerra participan no sólo los hombres, sino también las armas y demás medios materiales y técnicos, y todos juegan un papel importante.   Pero él consideró que por muchos que fueran los materiales bélicos y por muy modermos, los equipamientos, no podían sustituir el papel del sujeto, que constituían el ejército y el pueblo.

           
Por eso, consolidando las organizaciones políticas en las filas del ejército y haciendo desplegar por diversos métodos y formas las actividades políticas, logró que los militares se convencieran de la justedad de su causa y de fe en la victoria y tuvieran un llameante odio contra el enemigo.

           
El cariño y la confianza que el Presidente depositaba en los militares y pobladores les sirvieron de importante estímulo ideo-espiritual en la defensa de la Patria.   Para ver a los soldados él no vaciló en ir al campo de batalla donde llovían las balas.  Y un día, cuando se aproximaba la temperada fría, llamó por teléfono a un comandante del frente y le aconsejó que sirviera a los soldados comidas calientes.   Incluso hizo establecer en un lugar apropiado la “casa de descanso de campaña” para los débiles.

           
Su atención hizo que los militares se prepararan como firmes poseedores de convicción y protagonistas de hazañas heroicas.  Surgieron artilleros costeros que con cuatro cañones retuvieron tres días el desembarco de 50 mil enemigos; marineros que con pequeños torpederos nundieron un crucero pesado norteamericano; soldados que cubrieron con su cuerpo el blocao enemigo para posobilitar el avance de su unidad; una muchacha que con granada de mano se lanzó al tanque enemigo, y muchos otros que sacrificaron su vida para la Patria.  No habrá fuerza capaz de vencer a un ejército y pueblo tan firmemente preparados en lo ideo-espiritual.

           
El Presidente coreano trajo la victoria en la guerra manteniendo siempre la iniciativa y creando coyuntruras favorables con sus extraordinarias y ágiles estrategias y tácticas.

           
En la historia de las guerras fue común, en la mayoría de los casos, que si un país, por más fuerte que fuera, recibe un golpe sorpresivo se retira para recuperar el frente, recobrar la fuerza e iniciar el contraataque.   Pero él aplastó la agresión sorpresiva con el contraataque.    Cuando las fuerzas aliadas imperilistas encabezadas por EE.UU. trataron de “aniquilar por rodeo” a las tropas del Ejército Popular de Corea aprovechando su superioridad numérica y técnica, presentó la orientación operativa de hacer una retirada temporal estratégica para remediar a tiempo la situación.  Y mediante la formación del sefundo frente con las unidades del ejército regular, la intensificación de los ataques en la retaguardia enemiga y el inicio del contraataque creó una nueva coyuntura favorable.   Ideó diversos métodos de guerra como el movimiento de francontiradores, el de cazadores de aviones y tanques y el de asalto sorpresivo apoyándose en los túneles abiertos conforme a las condiciones topográficas de Corea que tiene muchas mintañas, para así desarticular las ofensivas del enemigo de gran envergadura y desbaratar y debilitar constantemente sus fuerzas.

           
Gracias a su peculiar método militar que permite mantener siempre la iniciativa y responder pronto a cambios improvisados y a su sagaz y ágil mando de operación, Estados Unidos acabó por arrodillarse ante el pueblo coreano, aun con enorme cantidad de efectivos y equipos bélicos.

           
No es casual, que Clark, comandante estadounidense que firmó el 27 de julio de 1953 el Acuerdo de Armisticio en Corea que era en realidad el acta de capitulación, confesara que la “victoria del ejército norcoreano se debía al mando hábil del General Kim Il Sung.

           
El Presidente coreano preparó la garantía segura para la victoria en la guerra con la consolidación de las posiciones político-militares del país mediante la aglutinación en un haz del ejército y pueblo.

           
Un día después de desatada la guerra el 25 de junio de 1950, él pronunció un discurso radial bajo el título “! Todas las fuerzas para la victoria en la guerra!” donde llama a su pueblo a incorporarse de lleno para aniquilar a los agresores y lograr la victoria en la guerra.

           
En respuesta a su llamamiento, durante menos de dos meses desde el inicio de la conflagración solicitaron el ingreso al ejército 849 mil jóvenes y estudiantes en el Norte de Corea y 450 mil en las regiones liberadas del Sur de Corea.    A pesar de los asuntos urgentes y situación compleja recorrió siempre el frente y la retaguardia y consolidó las posiciones político-militares del país.  Atendió con el sentimiento paternal la vida de los soldados en las llamantes cotas de la primera línea y tomó medidas populares como la de asistencia médica gratuita general, para estabilizar la vida de la población aun en condiciones difíciles de la guerra.

           
En acato a su idea y orientación de movilizar toda la fuerza para la victoria en la guerra, el pueblo de la retaguardia libró activamente movimientos de diversos tipos para aumentar la producción y producir más cerales.  Se levantó como un solo hombre en la reparación de vías férreas y carreteras para asegurar el acarreo de materiales bélicos al frente, en la donación de fondos para la febricación de aviones, buques de guerra etc. Y en la ayuda a los familiares de los militares.

           
El ejército y el pueblo coreanos, con sus fuerzas mancomunadas, asestaron golpes despiadados a los agresores norteamericanos que se jactaban de su “supremacía” en el mundo y les hicieron morder el polvo.

           
Brillarán eternamente las hazañas del Presidente Kim Il Sung acumuladas para la victoria en la guerra.