quarta-feira, 27 de outubro de 2010

O Nelson Mandela da Ásia


Nelson Mandela, ex-presidente da África do Sul, já foi considerado um dos presos políticos que mais tempo ficou em uma prisão, tendo ficado 27 anos encarcerado pelo estado racista que vigorava na África do Sul na época do apartheid. Apresentaremos para os leitores um texto escrito por Choe Ui Song da Associação de Amizade com a Coréia, onde o autor nos apresenta a história e relatos de Kim Song Myong (45 anos de prisão), Pang Jae Sun (38 anos de prisão) e Ri Kyog Chan (35 anos de prisão), ex-presos políticos da Coréia do Sul, que após serem libertados pelo regime fascista vigente no sul da península, se exilaram na República Popular Democrática da Coréia. Acompanhem abaixo o texto publicado pelo blog Kimetz:

Choe Ui Song , Asociación de Amistad con Corea

  El 2 de septiembre del 2000, 63 combatientes del movimiento patriótico por la reunificación, que habían sufrido decenas de años de prisión en el Sur de Corea, por mantener su entereza, pasaron al Norte del país por Panmunjom por donde pasa la línea de demarcación militar.

Desde aquella fecha han transcurrido 10 años. Un periodista de la revista “Corea de hoy” se encontró con algunos de ellos Kim Son Myong, Pang Jae Sun y Ri Kyong Chan, para escribir un reportaje sobre su vida actual en la patria.

Con esperanza de vivir cien años

“Al arribar al décimo año desde nuestro paso al Norte me siento muy emocionado. Vivimos una vida digna, feliz y saludable gozando de un respeto extraordinario del pueblo y bajo la atención y cuidado especiales del Partido del Trabajo de Corea y el Gobierno de nuestra República. En mi caso, vine enfermo de allí, Sur de Corea, pero ahora completamente recuperado vivo una vida plétora de entusiasmo a la edad nonagenaria”, nos dijo Pang Jae Sun.

Al pasar la línea de demarcación militar la mayoría de ellos, enfermos, se apoyaban en sillones de ruedas o en bastones.

Es el caso de Pang. Los 38 años de prisión le destruyeron la salud, estaba huesudo y débil, con dificultad de hablar y mover la pierna derecha, que eran consecuencias del trombosis que había sufrido.

Al acoger en su regazo a esos dignos hijos de la nación, el Partido del Trabajo de Corea dispuso asegurarles todas las condiciones posibles para que llevaran feliz el resto de su vida.

Para recuperarles la salud encomendó la asistencia médica a un hospital competente.

Les envió tónicos como Kyongokgo, cuernos de ciervo y miel de fresa, les envió a descansar en el monte Kumgang, Myohyang, Chilbo, etc., y a zonas con fuentes termales y medicinales y a sanatorios para la convalecencia.

Por estas medidas Pang recuperó la salud. El hospital encargado lo cuida atentamente sometiéndolo a un examen médico por semana.

El dijo: “Mis compañeros dicen que me he hecho un dragón. De veras, en el seno de la patria gracias a la asistencia médica gratuita, me he retornado a la juventud. Vivo junto con todos mis familiares, hasta bisnietos. Hace días la médica de familia me visitó en casa. Dijo que mi bisnieto que estudiaba en el primer grado de la escuela primaria, no accedió a una vacunación, que ponía a todos los habitantes sin excepción. Esta vez también se forcejeaba para zafarse de las manos de la médica, quien a pesar de todo salió con la suya.

Viéndola alejarse me subían a la cabeza recuerdos penosos de todos los sinsabores que sufrí en el pasado. Mi madre sufría de distomatosis, pero por la situación económica, no pudo comprarse ni un medicamento hasta morir, y vi también en el Sur de Corea a pobres que morían fuera de las puertas de hospitales, sin poder someterse ni una vez a examen médica.”

En febrero pasado, él cumplió 93 años de edad.

Él lee sin usar anteojos, siempre se ve entusiasta. Sus vecinos le dicen que puede vivir cien años y le hacen votos por una vida holgada.

Intervino en nuestras conversaciones su hija, una vieja, de 70 años, y afirmó que su padre, puede vivir sin problema un siglo entero por la atención del Estado.

Como miembro de la unión de pintores

Ri Kyong Chan, de 75 años, excombatiente por la reunificación, se alistó en la Unión de Pintores de Corea. Se inició en la pintura cuando estaba encerrado en la cárcel de Kwangju, Sur de Corea, donde cumplió nada menos que 35 años de pena.

Los verdugos lo torturaban casi diariamente obligándole a cambiar de ideal. De modo especial, después del fallecimiento del Presidente Kim Il Sung, vaticinándole ruina de nuestra República, intensificaban más la tortura y halago. Pensaba él que era necesario concentrarse en una cosa y así encontró un modo de versificarlo: iniciar la pintura.

En una celda que le hostigaba en el verano el bochornoso calor, y en el invierno, un frío cortante, empezó a dibujar tigre en trozos de papel reunidos. Faltándole conocimientos pictóricos, no le salía bien el esbozo como quería pero no cedió, dibujó y dibujó miles de veces hasta tener sobre el papel una figura del tigre coreano. Este éxito, aunque inicial, le fortaleció la decisión de defender su ideal a prueba de la bomba.

Después de su paso al Norte, profundizó más en la manera de pintar. Teniendo en cuenta su vocación, el Estado le puso a ayudar profesores y creadores del Instituto Superior de Bellas Artes de Pyongyang y de la Casa de Creación Mansudae. Le gustaba pintar, además del tigre, pino, caballos no domados. Se presentaban muchas de sus obras en exposiciones, donde se valoraron mucho por las pinceladas de carácter y originalidad. De sus obras “Tigre del monte Paektu” se calificó de patrimonio nacional y se conserva en el Museo Nacional de Bellas Artes de Corea.

Ri Kyong Chan decía: “Regresado a la patria, una de las cosas que experimenté y yo mismo he gozado es que aquí todas las personas, si se deciden pueden recibir instrucción. Me he encontrado a 36 años con mi esposa que me esperaba con impaciencia y mis hijas que había dejado cuando ellas tenían respectivamente 4 y 1 años. En mi ausencia mis hijas, gracias al régimen de enseñanza obligatoria y gratuita de 11 años, recibieron la enseñanza hasta la universitaria y mis nietos también crecían sanamente asistiendo a escuelas sin pagar nada. Es la realidad que no podía ni siquiera imaginar en el Sur.”

Ri Kyong Chan, de carácter extravertido, se dedica con una buena salud, a la creación de pinturas. Tiene un ardiente amor a la patria, la confianza en nuestra sociedad equitativa para todos sus miembros.

Su singular afición es la pesca. Además es miembro de la asociación de aficionados a la pesca del municipio Jung de la capital.

Alborozo de un hombre que cumplió la pena de cárcel más larga del mundo

En un tiempo, Nelson Mandela, del Sur de África era el primero en la vida carcelaria con 27 años de prisión, pero aquí en Corea, entre los que regresaron del Sur de Corea hay uno que estuvo allí encerrado nada menos que 45 años en la cárcel, y se llama Kim Son Myong. La fe, la entereza que él tenía le permitió resistir toda clase de penalidades que sufrió. El nació en la familia de un noble hereditario. Su abuelo era ministro de justicia y su abuela, princesa. De ese linaje nació un socialista, un miembro del Partido del Trabajo de Corea. Al respecto él dijo: “Al principio de la década de 1940 cuando el país estaba bajo la ocupación militar del imperialismo japonés, simpatizado con la causa de la justicia, la verdad y el socialismo, me puse en el camino de la revolución. Mi padre, con la conciencia nacional, ayudaba a un cuerpo de voluntarios antijaponeses. Descubiertas sus actividades fue asesinado por el imperialismo japonés y yo, continuando su obra, e influido por el movimiento patriótico antijaponés, abandoné la casa, y trabajando en una fábrica textil y luego en un taller metalúrgico en Soul, colaboré con una organización revolucionaria. Me sentía más animado con la noticia de que el General Kim Il Sung desarrollaba en el monte Paektu una lucha armada para derrotar a los agresores japoneses.”

A la liberación de la patria, el país ha sido dividido en dos partes, y el lugar donde vivía él quedó bajo la ocupación norteamericana y todo seguía su curso anterior, solo que se cambiaron los ocupantes. Continuó su lucha esta vez contra los yanquis y para la democratización de la sociedad surcoreana como en el Norte donde se establecía un régimen político para el pueblo.

En junio de 1950, cuando el imperialismo norteamericano desató la guerra coreana contra el Norte de Corea se alistó voluntariamente en el Ejército Popular en contraofensiva. La camaradería, el sentido del deber moral revolucionario, que se dominaban en él le impresionaron mucho. Con la retirada estratégica del Ejército Popular pasó al Norte, donde experimentando la política popular que se aplicaba, decidió consagrarse a la causa de la reunificación de la patria. A veinte y pico años de edad quedó prisionero y desde entonces hasta 1995 estuvo encarcelado. Fue detenido siendo soltero en flor de edad y liberado hecho anciano setentón.

Ahora en el seno de la patria socialista, igual que sus compañeros, lleva una vida feliz bajo la solícita atención del Estado. Le operaron los ojos devolviéndole la vista y ahora, gracias a la asistencia médica constante no tiene ni siquiera un achaque. Vive en el municipio Phyongchon de la capital en un piso de 200 metros cuadrados, se casó con una mujer amable, llamada Jo Jong Suk.

En los 10 años en la patria ha visto de sobra qué beneficioso es el régimen socialista que sirve para el pueblo, asegurándole la condición de dueño y poniéndolo todo a su disposición. Él dijo: “Aunque perdí mi flor de edad, pasando más de la mitad de mi vida tras las rejas, no me arrepiento. Lo recompensan la dignidad y honor que siento con la convicción de que he hecho bien al luchar para defender esa madre patria.”

Hace poco él, junto con sus compañeros tuvo un encuentro con estudiantes del Instituto Universitario Politécnico Kim Chaek.

Al término, hubo una función artística, en la que él se presentó en el coro de 4 matrimonios, cantando su feliz vida que les garantiza el Dirigente Kim Jong Il. He aquí algunos versos:

No conozco hasta su fondo
ese amor que echo de menos
aun en el sueño
hasta despertarme
...

Ese hombre que tiritaba
metido en una oscura cárcel,
ese hombre que se marchitaba
apoyado en el bastón
...
El amor que me enseñó
qué es la patria,
qué es la revolución,
amor que me aprecia y anima
gracias, mil veces gracias.
Oh, General Kim Jong Il,
Usted es personificación del amor.